
¿Qué ocurre cuando te pones a escribir? Puede que sientas incertidumbre o miedo porque no sabes cómo convertir esa pequeña idea en algo digno de ser leído.
Hoy en día somos ricos en información y pobres en tiempo. Por eso hay que seleccionar en qué invertir ese gran tesoro.
Así que escribir un buen post es escribir algo en lo que alguien va a querer invertir su preciado tiempo.
Entonces, ¿por qué te quedas como paralizado cuando comienzas a escribir? Pues porque no estás seguro al 100% de que vaya a interesar. Pero hay que romper con ese círculo vicioso. Se llama procrastinación, paroxismo, mente en blanco… Y se ‘cura’ llevando a cabo pequeñas rutinas, teniendo un sistema propio para escribir.
Hace poco descubrí y leí con avidez un artículo de Mikael Cho (gran referente de copywriting para mí desde entonces) en el que explicaba los 8 pasos que sigue en su proceso de escritura.
Hoy quiero hacer una revisión de cada uno de ellos para armar mi propio ritual de escritura (y puede que el tuyo):
1. Deja que vengan las ideas
Es como una locomotora antigua, una vez comienza a andar, el movimiento se vuelve cada vez más fácil. Es decir, cuando empiezas a escribir es cierto que las ideas llegan solas. Ocurre también cuando estás relajado, con amigos, en la ducha… ¿Escribir hace que nuestra mente se relaje?
Así que lo mejor es dejar que vengan y apuntarlas todas en un mismo sitio. Lo de en un mismo sitio es importante. ¿Cuántas veces has apuntado algo y luego no sabías dónde? Supongo que, como en todo, cada maestrillo tiene su librillo. Y a mí me va mucho mejor desde que lo apunto en ese mismo lugar.
¿Qué ideas te vienen a la cabeza? Normalmente tienen que ver con lo que estás investigando o aquello por lo que sientes curiosidad:
- Cosas que desconoces y sobre las que buscas info.
- Rutinas que te gustaría cambiar (y por eso buscas info).
- Procesos que has seguido para crear o instalar.
- Reflexiones sobre el momento vital que estás viviendo y que crees que pueden ayudar a los demás.
A veces puedes creer o ver que ya han escrito sobre ello. Es el momento de aportar tu punto de vista, tu tono… Me ha ocurrido a mí con este post y te aseguro que el proceso de escritura ha sido muy parecido. Y el aprendizaje exactamente el mismo.
2. Empieza a escribir, sin más
Para Mikael Cho esta era la parte más difícil hasta que un amigo escritor le dio una regla de oro para este paso:
Primero vomito todo en un documento y luego edito como un loco.
El primer borrador no va a ser perfecto. Precisamente porque es eso: un borrador.
Hay ocasiones en las que, cuando te pones a escribir, el tiempo corre en tu contra (si has conseguido que la procrastinación no aparezca en tu vida, enhorabuena). Sin embargo, aunque andes con cuidado y quieras dejarlo bonito desde el minuto uno, lo que sí debes tener muy presente es que vas a poder limpiarlo luego. Nada es definitivo, por suerte.
¿Por qué es mejor no pararse a arreglar ahora el texto? Bien, pues resulta que escribir es un acto creativo. Si te pones a corregir, pierdes el hilo.
Si estás escribiendo, estás escribiendo. No pierdas tu Writing Flow.
3. Restablece el caos
Vale, tu primer borrador es una verdadera locura. Perfecto, eso es que has estado creando.
Puede que hayas leído algo nuevo y te apetezca añadir ese punto de vista. Puede que alguna idea se desvíe de tu tema principal. O que necesite ir en otra parte del texto.
Llega el momento de podar, reestructurar y otros actos de limpieza.
En este punto entra muy en juego el Writing Muscle: cuanto más escribas, más rápido ‘verás’ lo que debes mejorar, antes sabrás lo que eliminar o retocar.
4. Siente el ritmo, siente la rima
Cuando ya tienes preparado el regalo, hay que envolverlo en un bonito paquete.
Lee tu texto de principio a fin y, si puede ser, en voz alta mejor. Lo de la voz alta parece una tontería pero una vez vi cómo lo hacía mi profesor Marcos y me di cuenta de lo mucho que cambia escucharlo de verdad.
Encontrarás pausas insustanciales, párrafos redundantes, frases que no casan bien, palabras que chirrían juntas…
En esta parte hay una máxima que has de tener siempre presente:
Lo bueno si breve, dos veces bueno.
Simplifica, acorta, sintetiza, reduce… Y sé implacable.
5. Edita
Revisa y corrige cada giro gramatical, cada punto y coma, cada tilde, cada tiempo verbal. Dos veces.
Y elige las imágenes para tu post. Ten en cuenta dos cosas para decidir si una imagen merece estar junto a ese texto:
- Si no aporta valor, no la añadas.
- Debe ser lo suficientemente simple como para entenderse de un sólo vistazo.
6. Consigue a alguien para que lea lo que acabas de crear
Pásale tu texto a alguien en el que confíes y que sepas que va a ser sincero. Puede que no te sepa decir cómo mejorarlo pero un punto de vista crítico siempre viene muy bien.
Mikael Cho explica que si habla del tema principal con su pareja y le cuenta un par de ideas clave sin que ella se aburra, que va por el buen camino.
A mí esto me sirve, y no únicamente con mi pareja, cuando ando pensando en el tema. Cuando ando en el primer punto y dejo que me vengan las ideas. A veces incluso lo hablo con personas que no tienen nada que ver con el sector en cuestión para ver qué opinión les merece tal idea desde un punto de vista totalmente imparcial.
7. Déjalo reposar
Lo cierto es que, aunque esta sea la parte que más me cuesta (no siempre tengo tiempo), cuando he dejado el texto aparcadito luego cobra todo mucho más sentido.
Al volver puede que le dé una vuelta al título o que aporte una nueva referencia que he encontrado porque andaba con ese foco en la cabeza…
Es el momento de incubación, científicamente hablando. Y debes cambiar todo lo que hayas visto que no te hacía sentir del todo orgulloso. Porque, si tú te has fijado en ello, el lector también se dará cuenta.
8. Listo para publicar. Sí, ya. Listo
Como no puedes estar editando para siempre, lo mejor es que, una vez terminado todo el proceso, publiques.
Mejor hecho que perfecto.
Además, la magia de los post es que están vivos. Y se nutren de los comentarios de los lectores o de la propia experiencia del escritor. En muchos post puedes encontrar al final un ‘Editado’. Por eso, publícalo y que cobre vida.
Hasta aquí el proceso que compartió Mikael Cho y que yo suscribo al 100%. Supongo que hay tantos procesos como escritores. Aunque seguro que todos se parecen un poco.
Parece también que lo que cualquier escritor al uso repite a sus acólitos es aquello de ‘Sé constante’. Me gusta mucho cómo termina el post original y me voy a permitir el lujo de terminar también así:
“Tus palabras son una de las herramientas más poderosas que tienes. No las malgastes. No dejes que se pierdan.”
Foto | Obra derivada de una imagen (CC) de Cathy Stanley Erikson